Por Mario Javier Pacheco
Floreció la madrugada lentamente
para no despertar
a la mujer temprana
vestida de tibieza
en la desnudez del lecho.
Niña mujer envuelta en mi mirada
lujuriosa y tierna,
inspiración revuelta
de poema y sexo.
Se iluminó el amanecer sobre sus piernas,
sus poros y sus pechos.
Y poco a poco en sus caderas
quedó el sol atrapado
y mis deseos.
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Chica desnuda reclinada. Renoir