Por Mario Javier Pacheco
Mira el mundo y su alegría,
mira la fuerza del agua,
cortejando a borbollones
a la noche campechana.
Y al susurro del viento
y al frescor de la quebrada
y a la estridencia del grillo
y aquel croar de mil ranas
que quieren aventajar
al coro de la chicharras.
Y la dulzura del beso
que se trepa por las ramas
y mis antiguos caminos
recorriendo tu alborada;
Míralos hoy tan vitales,
bésalos hoy mi adorada
porque puede la tristeza
darles alcance mañana.
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