Por Mario Javier Pacheco
Ni Petro ni Robledo, defensores de la dosis mínima, asistieron al debate sobre drogas y drogadicción que se adelantó en el congreso hasta pasadas las diez de la noche del 21 de agosto, como destacó el senador Fernando Araujo.
Es que se trata de salud pública y no de populismo, y a la izquierda, larga de lengua y corta de mente, que eligió a Santos y se erigió en adalid de los acuerdos FARC/Santos y en promotores del microtráfico, no les queda fácil defender una norma que contribuye a descerebrar a la juventud y estimular el narcotráfico, máxime es este país inundado de coca.
De aprobarse esa ley, que denominaríamos Ley Jíbara, o Ley Petro, si nos atenemos a su invitación como alcalde, para que los jóvenes se metan un bareto en el Centro Bakatá, sería una norma para la destrucción del futuro.
Los jíbaros acechan en cercanías de colegios, para obsequiar a los estudiantes su primera papeleta, porque saben, como advierte Amal Sajim, que “para perderse en las drogas, la mayoría de las veces basta con probar la dosis mínima”. Hacer a un niño adicto, es fácil.
Cuando el jíbaro, microtraficante, o expendedor es atrapado, dice que lo que lleva encima es su dosis mínima legal, aunque cargue un kilo, en ese caso sería su dosis de un mes, y lo sueltan para que siga dañando a la infancia y la adolescencia, con abominable impunidad.
El debate con ausencia de la Robledo y Petro, tiene asidero legal en otro de esos fallos «polémicos» de la Corte Suprema de Justicia, que en marzo de 2016, dictaminó que la dosis mínima será la que necesite el consumidor o el adicto y que no pueden ser encarcelados si son sorprendidos portando una dosis mayor a la mínima, que es de hasta 20 gramos de marihuana y 5 gramos de cocaína, en concordancia con el fallo de la Corte Constitucional de 1994, que considera al adicto como un enfermo y no como un delincuente.
El Observatorio de Drogas en Colombia, informó que la drogadicción escolar va en aumento y que son preferidas la marihuana, la cocaína, la heroína, el bazuco, el éxtasis y las de mayor consumo, las sintéticas: Popper, e inhalantes.
Petro afirma que la drogadicción no es un problema, mucho menos un delito, sino un fenómeno social, pero ni él, ni la Robledo, se hicieron presentes en el congreso para defender esas indefendibles tesis.
Esta clase de congresistas, que cobran por no asistir al congreso, son quienes invitan a votar la multimillonaria consulta anticorrupción.
Mario Javier Pacheco. Clic acá