Por Óscar Toloza Navarro*
La Sociedad de la Información (SI) enmarca las condiciones socioculturales y económicas de nuestra realidad y se caracteriza por la importancia que los países que la fomentan le dan a las actividades relacionadas con la adquisición, procesamiento, organización, almacenamiento, recuperación, utilización, distribución y venta de la información como actividades de gran importancia para la economía.
De acuerdo con lo anterior, estamos en un contexto en donde prima la información y el conocimiento como fundamento para el desarrollo económico y socio-cultural, en donde las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) se convierten en las herramientas principales para establecer contacto, comunicarse e intercambiar información con todos, esperando que el conocimiento llegue a todas partes gracias a la digitalización de la información y los múltiples formatos en los que la podemos encontrar en la Internet, el principal medio de difusión y al que todos ya pueden acceder con facilidad y a bajo costo.
Hablo entonces de que la tecnología está permitiendo que haya una integración de la información de muchas y diferentes fuentes, la cual, gracias a su redistribución, una vez procesada, se descentraliza y puede ser utilizada en los diversos sistemas de producción.
Sin embargo, también encuentro otra realidad. Paradójicamente, la evolución de estos elementos en la sociedad, especialmente lo relacionado con las tecnologías, evidencian nuevos patrones no tan positivos debido a la falta de acceso a equipos de cómputo y a Internet, impidiendo de esta manera que todos puedan acceder a la información y al conocimiento que se encuentra en la red mundial, generando que la brecha digital no disminuya y el conocimiento sea segmentado para quienes tienen los recursos y puedan acceder a éste.
Las TIC han querido ser introducidas de la manera más rápida posible, que se han olvidado de las condiciones económicas, culturales y educativas (uso y apropiación de las tecnologías) de los diferentes países y regiones a las que llegan, pues por más beneficios que tengan, se debe reconocer que hay una distribución desigual, y puede llegar el error de querer darle un uso intenso al conocimiento, lo que también generaría desigualdad, tal como como Tedesco (1999) lo plantea: “una sociedad basada en el uso intensivo de conocimientos produce simultáneamente fenómenos de más igualdad y de más desigualdad, de mayor homogeneidad y de mayor diferenciación”.
Igualdad cuando se refiere a que todos pueden acceder al conocimiento y a la información en cualquier momento, propiciando la actualización constante debido al vertiginoso ritmo con el que se produce conocimiento en la actualidad; y desigualdad, cuando se hace referencia a lo ya mencionado acerca de las posibilidades de acceso al contenido, pues “estamos participando de una curiosa era de la información, en la que el derecho a la educación se achica, mientras se agranda la brecha económica y social entre el Norte y el Sur, y entre pobres y ricos” (Torres, 2006).
Tal como lo mencioné, las TIC son el eje central para el acceso y transferencia de la información y considero necesario hacer alusión al impacto que estas tecnologías generan en la comunicación, y por ende, en la cultura. Percibo, pues, un panorama en el que, tal como Castells (2002) lo señaló y pronosticó, tal vez no en las actuales dimensiones, desde un punto de vista holístico, hay un sistema de comunicación tan diverso e interactivo, dinámico e interconectado, que permite incluir y abarcar todas las expresiones culturales, que en vez de alejarlas las absorbe, generando así hibridaciones culturales en diversas áreas: educación, procesos de trabajo, política, entre otras.
Es así como, partiendo de un contexto tan amplio, en cuanto a una sociedad (informacional) se refiere, considero pertinente reflexionar a partir de este punto, si realmente podemos dimensionar el alcance de la SI, de todos los efectos que se pueden generar, y por supuesto, de cómo esto afecta a cada individuo, a los núcleos familiares, laborales, a las ciudades, países y a las culturas en general, y sobre todo, qué tan justas son las condiciones que derivan de ésta y a las que debemos ajustarnos.
Finalmente, vale la pena, entonces, recordar la declaración de los principios fundamentales de la Sociedad de la Información en la cumbre mundial de Ginebra en el 2003 que fue ratificado en el artículo 19 de la cumbre mundial de Túnez en el 2005, y a partir de este punto, reflexionar e indagar para poder dar respuestas a los interrogantes mencionados, y a aquellos que cada uno pueda tener: “Estamos decididos a proseguir nuestra búsqueda para garantizar que las oportunidades que ofrecen las Tecnologías de Información y Comunicación, TIC, redunden en beneficio de todos. Estamos de acuerdo en que, para responder a tales desafíos, todas las partes interesadas deberían colaborar para ampliar el acceso de infraestructura y las tecnologías de la información y las comunicaciones, así como a la información y al conocimiento; fomentar la capacidad; reforzar la confianza y la seguridad en la utilización de las TIC; crear un entorno propicio en todos los niveles; desarrollar y ampliar las aplicaciones TIC; promover y respetar la diversidad cultural; reconocer el papel de los medios de comunicación; abordar las dimensiones éticas de la sociedad de la información; y alentar la cooperación internacional y regional. Acordamos que estos son los principios fundamentales de la construcción de una sociedad para la información integradora.”
- Magister en Comunicación digital. Comunicador social. Especialista en Educación con TIC