Por Mario Javier Pacheco
La coherencia que el presidente Duque mantiene entre sus convicciones, sus propuestas y sus ejecuciones, es irrefutable, sin embargo cada decisión suya es criticada por uribistas más uribistas que Uribe y radicales de derecha, más de derecha que Bolsonaro, alineados con la izquierda radical, santistas, mamertos y profarianos, corroborando la frase endilgada a Lenin: “los extremos se unen”
La popularidad del presidente descendió abruptamente y el fenómeno se convirtió en almíbar para los medios y en yesca para el incendio que aviva diariamente el ex ministro Londoño, quemando a hombres de poca fe, muchos de nuestras huestes, que aún no entienden el estilo Duque.
Lo quieren haciendo trizas los acuerdos, atizando la guerra y persiguiendo a medio país. Nada de esto prometió, ni es su estilo.
Le cobran el nombramiento de santistas, porque “el favor al enemigo no lo convierte en amigo, pero hace enemigos a los amigos y con esto duplica los enemigos”.
Olvidan que Duque recibió un país polarizado por Santos, enceguecido y radicalizado como en la era de los godos y cachiporros; con sus arcas arrasadas por la corrupción y a un paso de la violencia y de la quiebra.
Olvidan quien es Duque y que su estilo, que combina inteligencia, formación y memoria, demolió argumentalmente a cada uno de sus contendores de campaña, y lo hizo llegar a la presidencia sin ayuda de partidos políticos, ganando con esto la independencia para nombrar a quien le plazca.
Su estilo hizo una campaña sin precedentes en la historia electoral colombiana: bastó su carisma; el apoyo irrestricto del presidente Álvaro Uribe y el trabajo del equipo que premió en México a Luigi Echeverri como el mejor estratega electoral presidencial del continente
El bajonazo de su popularidad tiene nombre propio. Su estilo, que empieza a horadar el cieno para hacer cimiento.
El estilo Duque es la inclusión, la honestidad, la anticorrupción, la austeridad, la mesura, la legalidad, la equidad, la transparencia y eso nos pega a los colombianos.
El estilo Duque cortó la mermelada que Santos daba a El Espectador, Semana, Canal Uno, la W Radio, Caracol, RCN y otros etcéteras, que lo extorsionan al día, para que regresen los cheques.
El estilo Duque anuló la incestuosa relación entre cortes, congreso y medios, que mutilaban, cobraban o presionaban la aprobación de leyes y reformas, y eso se lo facturan
El estilo Duque despojó de mermelada a los políticos y no les repartió el Estado, como se usaba y eso los tiene con rabia.
El estilo Duque prioriza la acción para satisfacer las necesidades y no las diferencias ideológicas, y eso exaspera a los extremistas.
El estilo Duque es de inclusión y eso desconcierta a la derecha excluyente, y es de concertación, con lo cual deja a los anarquistas sin otro argumento que la piedra y la papa bomba contra ventanas y policías.
El estilo Duque es ofrecer oportunidad a los desmovilizados y perseguir con mano dura a los criminales.
El estilo Duque deja solos con sus odios a Fecode, a las centrales obreras radicales, a los sindicatos judiciales y a la fábrica de argumentos doctrinales, de deslegitimación y proFarc que es el CNMH.
Ese es el origen del bajonazo de imagen. Ningún delito, ninguna persecución, ningún acto de odio, ningún abuso, nada oculto. Por eso, como en campaña, las calumnias se volverán contra los calumniadores y se mantendrá, no solo como presidente para Colombia, sino como un líder para el continente.
El estilo Duque es de gerencia cerebral, aumentó el presupuesto para la universidad pública en medio del paro, y dejó sin piso a los agitadores.
El estilo Duque es joven y espontáneo, sin clichés presidencialistas, y genera en todas partes aluviones de abrazos de confianza.
El estilo Duque es rebatir la calumnia, el chisme y la ofensa, con obras.
El estilo Duque es lograr que se aprueben sin mermelada y contra todo pronóstico, los proyectos de ley de Financiamiento, para restablecer la economía, y el de la Superintendencia de salud, para que IPS y EPS nos presten el servicio con la calidad que merecemos los colombianos.
El estilo Duque es aminorar la brecha social, formalizando y expandiendo el empleo; eximiendo a emprendedores jóvenes del impuesto de renta por cinco años, y a los inversores en el campo por diez años.
El estilo Duque es eliminar nóminas paralelas y trámites burocráticos innecesarios para hacer un Estado eficiente con menor gasto.
El estilo Duque es resolver de una vez por todas, el problema de agua de la Guajira
El estilo Duque es tomar el tiempo para los nombramientos y acertar, como lo hizo con la cúpula militar, pero asumiendo la comandancia efectiva de las Fuerzas Armadas para dar resultados como el de Guacho y asegurar la seguridad en el Catatumbo con 5 mil hombres de la FUDRA, y del país con los planes Diamante y El que la hace la paga.
El estilo Duque es alejar a la niñez y la juventud de la drogadicción mediante la eliminación del porte de la dosis mínima personal.
Cabe aquí repetir el trino del presidente Uribe:
“En la medida que avancen las reformas que se han aprobado y las que vendrán; que se recupere la economía; que el país sienta que hay cero corrupción y que se mejore la seguridad, poco a poco los colombianos irán mejorando la aprobación en el gobierno del presidente Duque”
Duque siempre sale fortalecido de los ataques y eso lo saben los amigos de campaña que se están dejando chamuscar por las llamas de la insidia; que se desilusionan en la primera curva, sin dimensionar que Duque es el dique del caos, del petrismo, del socialismo siglo XXI, de los violentos, y que su desfallecimiento atenta contra su propia victoria.
Confianza en el presidente. En el estilo Duque está el sendero y todos estamos invitados a caminar con él.
Una feliz navidad y próspero 2019, unidos por Colombia.