Por Mario Javier Pacheco
En la güerta e ña Pispicia se meniaba el gran ciruelo
jarto de pencas cocotas !Y yo con cipote hambrero!
Con la hiel casi rompía por antojao y velonero
jui a convidar a Dianita:
-ite viniendo volada si querés tragar bien bueno
de las cocotas del palo. Véme linda, que lujero
yo te las tiro de lu alto. Apañalas en el suelo.-
-Juche Juanca, tené cuenta. No te guindés cambimbero.-
Me reviró mi primita noveleriando el ciruelo.
-Más mejor í, y batuquialo, no vay sea que te esmandés
por andar de maromero.-
-Callá los ojos Dianita que entualito me chilingo.-
Y de un zancazo ligero me metí entre los cogollos
a voliale las cocotas que babosiaba primero.
De pronto entró ña pispicia esgañitando el guarguero:
! Gran imbombo! ¿Qué hacés vos encaramao en mi ciruelo?
A los cuescazos te bajo, aguaitame retrechero!
Y agarró una pepa e mango; qué bombazo tan certero,
me la zampó en plena jeta con todo y su gusanero.
De un salto estuve en la barda y con otro en el potrero.
Mi prima se escabullía con culillo del tierrero.
A brinco e chulo llegamos al tope del Carretero
y en un andén nos sentamos a embutir el fruto ajeno.
Mordisco de sol y azúcar que el labio fue deshaciendo
Yo con la bemba inflamá pero gozando del cielo
¡Qué rica fruta carajo, la cocota de este suelo!
!Manque vuele pepa e mango güelvo mañana al ciruelo!
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