Por Mario Javier Pacheco
Llegó la hora. O se es colombiano y se vota Duque, o se es apátrida y se vota por cualquiera de los demás candidatos a la presidencia: santistas en su peor faceta, que es la del terrorismo y la impunidad, y continuistas de este régimen que nos lleva sin escalas a la ruina de Cubazuela.
Duque es por formación y convicción, anticorrupto, mientras los demás están empantanados en procesos de corrupción o son cómplices de los corruptos y del mismo Santos.
¿No se supone que el presidente de Colombia, nuestro presidente, debe estar libre de toda sospecha? ¿Máxime cuando al frente tenemos el espejo de los mandatarios latinoamericanos enriquecidos groseramente a costa de la pobreza de sus pueblos?
No podemos poner en peligro a Colombia. Nuestra obligación es elegir un hombre íntegro, sin tacha; un estadista que conduzca el país a la prosperidad que queremos para nuestros hijos.
Se dice que Duque será títere de Uribe, pero ya le demostró a Colombia la fuerza de su carácter, paralela con su inteligencia y juventud, que lo equiparan a los grandes líderes del mundo de hoy.
Duque no será títere de nadie. En Uribe tendrá un aliado, el mejor. ¿O ya se nos olvidó la admiración que despertó en el 82% de los colombianos al final de sus mandato? Uribe enderezó la economía, persiguió a los corruptos y especialmente a los violentos, que volvieron a florecer bajo el amparo de Santos, y quienes con su poder renovado intentan tergiversar la imagen de quien los puso en cintura y a quien le temen.
En cambio Vargas Lleras, antier era embajador, ministro y vicepresidente de Santos y es el candidato oficial del continuismo. Su complicidad en todos los desastres y corruptela de este gobierno no tiene discusión.
En cambio Petro, atosigado de denuncias por corrupción y abuso, fue el cómplice de Chávez en la ruina de Venezuela y no tiene empacho en advertir que nos implementará la plaga del Socialismo Siglo XXI. Es Petro quien nos expropiará y llevará a la misma miseria del país hermano, bailando ese dudoso y famoso paso, con el que intenta imitar el de Maduro en su Pollera colorá.
En cambio de la Calle, sí es títere de las FARC, redactor de sus acuerdos de impunidad; encubridor de violaciones y reclutamiento de niños e impulsor de la mayor afrenta a la institucionalidad colombiana, al ponernos como senadores a los peores criminales de nuestra historia, y lo más triste, a cambio de mentiras. Ahí estamos viendo a Santrich y a Márquez, delinquiendo, al frente de sus negocios de narcotráfico, uno huyendo de la justicia y el otro liberado de las rejas, por una iglesia católica, que olvidó su misión espiritual, por ponerse a politiquear.
En cambio Fajardo, alcahueta de las FARC, vive en la luna, y es títere de su propio disfraz de intelectualidad, desenmascarado al tener que enfrentar un peso pesado de la inteligencia como Duque. Afortunadamente tiene el voto de Vicky Dávila, quien se lo ofreció, como dice Juan Uribe, de la piedra, porque se quedó con los crespos hechos, de fajardo, en su programa.
Vote por Duque. Con sus familias y con sus amigos. Es urgente, porque en verdad tenemos miedo, pues no somos ciegos y vemos el ejemplo de los vecinos, y porque los demás candidatos son continuistas y hay mucho pendejo que no lo ve y mucho Judas, que tasa en un tamal el futuro y la tranquilidad de su familia.
Debemos ganar con Duque en primera vuelta para exorcizar a Colombia de esa peste, y evitar que nos hagan fraude en la segunda.
